18 de octubre. El aporte de Schoenstatt

Falta poco para que Schoenstatt celebre 100 años, y Mariana Grunefeld escribe este emotivo artículo, a modo de agradecimiento por todo lo que ha recibido del Movimiento, del padre Kentenich, y de las personas que han hecho posible una verdadera renovación de la Iglesia.

Martes 14 de octubre de 2014 | Mariana Grunefeld

Esta es una fecha llena de emoción, recuerdos y agradecimiento. La figura del Padre José Kentenich, ese hombre en blanco y negro y con barba, nos conmueve el corazón. Un alemán que traspasó fronteras geográficas, sociales y mentales, que con audacia sin igual enfrentó las tormentas más complicadas agarrado de la mano de la Mater y que nos tiende esa mano a cada uno para llevarnos a vivir la experiencia de tener un Dios que es padre en el más profundo y amplio sentido del término, un Dios vivo que habla a través de la creación y de la historia para que construyamos una familia, una comunidad, un país, un mundo de vínculos donde cada uno pueda ser aceptado y potenciado por lo que es con plena libertad y el amor más penetrante.

Tengo tanto agradecimiento por pertenecer a este Movimiento. Un llamado, un encuentro, un amor con un hombre ya muerto, pero que vive dentro de nuestros corazones por su mensaje tan renovador y consolador, por sus acciones tan arriesgadas y originales, por su trato tan humano y de padre, por su obediencia tan heroica, por su finura y humildad tan profundas que nos permitió no sólo sentirnos socios en su aventura sino hacer cada uno y en conjunto el camino de esta familia, de este jardín de María como lo llamó tan acertada y poéticamente.

En medio de las celebraciones por los cien años del Movimiento del Schoenstatt quiero simplemente enumerar algo de lo positivo, lo bueno, lo único y especial del aporte que ha sido y sigue siendo esta inspiración divina.

En su relación con el mundo el Movimiento de Schoenstatt ha traído una renovación, un viento fresco. Se palpa en la comunidad schoenstattiana un respeto por la creación, una alegría de vivir y de estar en este mundo. Un schoenstattiano está profundamente involucrado con su entorno y tiene una visión positiva no moralista ni negativa. Siempre se destaca lo que se es, lo de original que hay en cada uno. Se trabaja a partir de lo bueno, de la vida, no negando ni destruyendo la propia identidad. Y a partir de ahí el hombre es impulsado a salir. Con Schoenstatt la fe católica sale de la sacristía o podríamos verlo al revés, a la sacristía entran todos los campos del quehacer y sentir humano, lo político, las artes, el comercio, la educación, la técnica, lo íntimo. Y no para criticarlos o amoldarlos, sino para maravillarnos. Schoenstatt ve un Dios vivo, vibrante. Hay una apertura a la modernidad, un acogimiento a las diferencias, un gusto por ellas incluso. Es una genuina Fe práctica en la Divina Providencia, no una manipulación porque se está "Con la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón en Dios".

En cuanto a la Iglesia, el Padre Kentenich la reenfocó. La dio vuelta hacia los hombres, la exigió más dócil, flexible, menos rígida y más receptiva. Es lo que hace el amor y él la enrieló hacia ese camino aún a costa de su sacrificio personal. Fue un fundador y un profeta en el siglo de la destrucción. Su estilo de fundación y sus frutos reflejan la riqueza de la vida inspirada en el árbol amplio de muchas ramas con un tronco común y férreas raíces. Como profeta dentro de la Iglesia y de la sociedad rescató en todos los niveles el papel del padre y de la madre en un mundo sin autoridad y hecho pedazos por el individualismo y le colectivismo. Su visión de la autoridad fue la del servicio y la del trabajo en equipo. Revitalizó el cuerpo místico, ese Jardín de María, le dio una nueva fuerza y un significado profundo. "Nada sin Ti, nada sin nosotros". Nunca quiso ser sólo "un señalizador en la ruta", siempre quiso que viajáramos juntos. Urgió a la plena libertad dentro de la Iglesia y fuera de ella, a la exigente autoformación, a encontrar la verdad más radical, a la esencia del amor y del compromiso vividos en radicalidad, así le costaran los 14 años de exilio porque él realmente amó a la Iglesia. Su sello fue rescatar lo femenino en la Iglesia, en el sentido de su conexión con las personas, en su forma de servir para hacer crecer, y en que no interesa lo perfecto, la eficacia, sino en hacer el camino, el proceso de acompañamiento.

En cuanto a los hombres, rescató de verdad el papel del laico y del valor de la familia. Hay una verdadera consideración por el laico, en Schoenstatt los sacerdotes son asesores. No es una cuestión formal, sino de fondo. Se ve en las reuniones, en las jornadas, en la formación. El movimiento tiene un marcado sello pedagógico y la autoeducación ocupa un papel central. Es el rescate de la originalidad de cada cual, del ideal personal y la Voz de Dios para cada cual. No hay modelos a seguir. Hay profunda libertad junto con respeto a la originalidad. Un schoenstattiano no es perfecto ni pretende llegar a serlo, lo que sí es, es amado por Dios, creado único y especial, con una identidad valiosa. Eso ha impulsado a ser, a crear, a diferenciarse. Junto a ello se busca la integridad, una vida orgánica, armoniosamente cristiana donde el trabajo, la familia, los anhelos, el pasado y el futuro sean reconocibles como integrantes de un todo personal, de esa persona única que no se divide y no es católica ocasional o de vitrina.

Fue un profeta en rescatar a la familia no sólo como reflejo de la trinidad del Padre, sino como escuela de fe y taller de vinculaciones. A las experiencias vitales las elevó a categorías superiores como camino a la fe y a los mejores impulsos del corazón humano. El que Dios actúe a través de causas segundas, los padres, fue prioritario para destruir la imagen de una Dios castigador, juez vigilante e inspector de nuestras vidas. La pedagogía matrimonial no tiene parangón en la Iglesia universal. Schoenstatt llenó un vacío, ha ayudado a cientos de miles de parejas y familias a comunicarse, a resolver conflictos, a permanecer unidas y fieles en la alegría de Cristo y del amor humano con todas sus potencia creadora y salvadora. La casita, el Santuario, fue eso, un hogar, el cobijamiento para miles de desvalidos en un mundo sin familia, un mundo que conoce e incentiva solo vínculos comerciales, de poder y de usar al otro para mi conveniencia.

Un miembro de esta familia puede ser capaz de tomar cualquier tema sin tabúes ni fijaciones, sin respuestas previas. La reflexión profunda, el debate y la disensión sin egocentrismo son promovidos. Muchas veces esta forma retrasa la toma de decisiones, hace menos eficientes las reuniones , pero las hace más orgánicas porque son de todos, reposan en el tiempo e interviene el Espíritu Santo. Todo se conquista. No se levanta un Santuario por voluntarismo, no llega Schoenstatt a un lugar y se impone. Al revés, se espera que la semilla germine, que la fe florezca, que el espíritu de la respuesta. Se reza, se ofrece, se vive en Alianza y luego se muestra.

A Schoenstatt no le interesa un sí por compromiso ni de la boca para afuera. Le interesa hacer una Alianza con la más poderosa y bondadosa, una alianza personal que brota desde la intimidad para dejarnos llevar por la Mater a quien con plena libertad y consentimiento abrimos un día la puerta de nuestras vidas. Ella, como descubrió el Padre Kentenich desde muy niño, va regalando el que cada uno vaya integrando el amor y la fe en las diferentes capas de nuestra personalidad en un camino vertical hacia el pozo profundo e insaciable del corazón y de la mente, y junto ello se haga vida la alianza horizontal, la alegría de vivir y actuar en este mundo.

Comentarios
Total comentarios: 2
23/10/2014 - 11:53:11  
Creo que el aporte de la familia de Shoenstatt es una profecia para hoy...lo que palpitaba en el corazon del Padre..sus suenos..lo que leia en las voces del tiempo y de la historia a la luz de la alianza de amor es un regalazo a una Iglesia y una sociedad con grandes retos y necesidades de las que Shoenstatt es una antesala...una pequena escuela...unidos en alianza desde guatemala...P.MikeOSB...

p.miguel a rodriguez
Guatemala
21/10/2014 - 17:18:20  
Asi es!!! Que la Divina Providencia SIGA TRAZANDO SU PLAN DE AMOR EN SCHOENSTATT, junto a Nuestra MTA!!!!!!!

DORA NORMA LEZCANO
ARGENTINA
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