África y Schoenstatt

    África y Schoenstatt Una reflexión sobre las experiencias y lo aprendido de Schoenstatt en África. Una invitación a conocer sus realidades, y cómo se vive el Movimiento en la “cuna de la humanidad”.  

| P. Patricio Moore I. P. Patricio Moore I.

Dos semanas en Burundi invitan a reflexionar sobre el hermoso continente africano“cuna de la humanidad”. Su realidad es compleja, difícil de desentrañar. A primera vista se pueden mencionar muchos lugares comunes, pero si uno intenta mirar más profundamente, surgen miles de preguntas, muchos contrastes, multiculturalidad casi agresivadiferentesreligiones, historia de un colonialismo aun no elaborado del todo, guerras todavía cercanas, bellos paisajes y millones de personas que buscan felicidad y una vida digna. En medio de este mundo fascinante y misterioso, lentamente pero en forma segura, va creciendo Schoenstatt. Una semilla que ha sido sembrada  desde el mismo corazón de África.

Sobre el futuro de Schoenstatt en África estuvimos debatiendo en Bujumbura durante una semana. ¿Cuál es el aporte de Schoenstatt a África? ¿Cuál es el aporte de África a Schoenstatt? ¿Qué nos dice la Iglesia africana? ¿Qué significa la cultura de la Alianza de Amor en Burundi, Nigeria, Congo, Tanzania, Ruanda y Kenia? ¿Cómo acabar con la injusticia y la pobreza? Preguntas que requieren algunas respuestas urgentes y otras que necesitan tiempo y meditación. De lo mucho que dialogamos quisiera destacar tres elementos que pueden ser un aporte para la Iglesia y Schoenstatt:

1.- La fe viva del pueblo africano. Justamente en estos días celebramos la fiesta de la Asunción de María. Se reunieron más de veinte mil personas junto al Santuario. La eucaristía duró más de tres horas que pasaron volandoel canto inundaba el aire, la danzasimbolizaba la alegría de seguir a Cristolos saludos nos recuerdan la importancia de los vínculos. Allí estaban el silencio y la profunda oración, donde el tiempo y los minutos le pertenecían a Dios. La fe se vive apasionadamente, con alegría, sin complejos y sin miedo, llenos de esperanza.

 

2.- La cultura de la familia, donde los vínculos personales son lo más importante. La cultura oral no es una teoría, sino que consiste en conversar sin prisas ni relojes urgentes, dialogar eternamente, estar con el otro y en el otro. Por la familia se sacrifica todo. El yo se convierte en un nosotros de amor y lazos permanentes. La solidaridad en la familia son palabras sagradas.

 

3.- La esperanza acrisolada en el dolor. La fe cristiana pasa por la cruz, aquí esta verdad esencial es una realidad vivida. Las guerras, la corrupción y la pobreza son voces de Dios que no podemos disimular ni esconder, son una realidad que duele. No podemos separar le fe de la lucha diaria por una vida digna. El rostro alegre de muchos africanos refleja el rostro de Cristo azotado en la columna, sangrando con la corona de espinas y glorificado en la Pascua.

 

Aquí en África tenemos que ser un “Movimiento ético y religioso en Cristo y María”, esa religiosidad viva tiene que plasmarse en una cultura justa, solidaria, libre y responsable.

 

 

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