Nuestra Pobreza

La periodista Mariana Grunefeld escribe sobre algunas "piedras en el zapato" de la sociedad chilena. En forma autocrítica, se refiere al rol de los periodistas y de los medios de comunicación y a la pobre imagen que dejan de la sociedad chilena. "En todos los ámbitos y niveles, ya sean públicos o privados, nos tratamos mal, agresivamente, y esta probre forma de relacionarnos y de dialogar es estimulada por nuestro medio principal -la televisión- que transmite sin cesar, mañana, mediodía y tarde, programas morbosos de farándula sumados a noticieros de una hora de duración, cuya materia prima principal son asaltos, crímenes y rarezas...", señala.

| Mariana Grunefeld E. Mariana Grunefeld E.
El tiempo que rodeó la fatal caída del caza 212 en el Archipiélago de Juan Fernández fue de dolor, pero también de tregua y esperanza. Aunque a Chile le costaba respirar por la pena, se instaló una estática de paz, un aire suspendido que hablaba de un país generoso, solidario, bueno, lejos de la agresividad y la farándula hiriente. Esa semana en medio de las imágenes de botes, islas y mar, muchos soñadores se preguntaron: ¿irá a cambiar el país con este accidente? Por una semana los dimes y diretes políticos cesaron, la calle volvió a ser transitable, en el ciberespacio los insultos pararon y la programación televisiva pareció más amable, algunos de sus directivos incluso hicieron un mea culpa por la calidad del servicio prestado.

Tal vez sea éste el tema que más me duela por mi condición de periodista. Durante años he sido culpada de todos los males sociales en cuanta reunión y comida a la que asisto, donde "impajaritablemente" se terminan tirando los dardos sobre mi gremio. En esas ocasiones trato de explicar la diferencia entre farándula y noticia, entre entretenimiento y verdad, entre modelos y periodistas, entre ignorancia y mala intención. Pero para mi desgracia mis argumentos se debilitan. El otro día acompañé a una hija agripada en su pieza. Sin acceso a televisión por cable, la alternativa fue ver canales locales. En una letanía monocorde pasaron horas y días entre estudiantes, carabineros, modelos y futbolistas, salpicados por crímenes varios. Lo más fuerte fue percibir que en todos ellos había un elemento común: la rabia expresada de distintas maneras y periodistas que corrían como manadas siempre en busca de lo mismo. Eso, hora tras hora, día tras día, hasta que el accidente de Juan Fernández cambió la programación por unos días.

Cuando inicié mis estudios de periodismo lo primero que aprendí fue el concepto de noticia que se graficaba con un clásico ejemplo: que un perro muerda a un hombre no es noticia, pero al revés sí lo es. Apuntaba a que lo excepcional, lo raro, lo no esperable es lo noticioso por ser novedoso. Pero cuando los noticieros se llenan de hombres mordiendo a perros y la rareza y el morbo son los que copan los espacios noticiosos, periodistas, profesores y editores debemos preguntarnos por el concepto de noticia que tenemos y por cuán fiel y con cuánta justicia reflejamos la riqueza de la realidad en que vivimos. ¿Seremos más malos esta semana que antes o bajó el número de robos y depravaciones en los días de duelo? Me temo que no, simplemente fue la mirada de los editores la que cambió.

Si hubiera un termómetro de calidad para medir el desarrollo, los índices del PIB serían muy importantes, pero seguro lo serían más la calidad del trato entre sus ciudadanos y los contenidos de la programación de los medios a la que están expuestos. A las puertas del desarrollo con cifras económicas envidiadas por muchos, con una democracia que desea ampliar sus oportunidades por doquier, con un consumo tecnológico masivo, Chile pareciera tener algunas piedras en el zapato. Una es tan notoria y común que nadie parece advertirla y es que en todos los ámbitos y niveles, ya sean públicos o privados, nos tratamos mal, agresivamente y esta pobre forma de relacionarnos y de dialogar es estimulada por nuestro medio principal que trasmite sin cesar mañana, mediodía y tarde programas de farándula morbosa sumado a noticieros de una hora de duración, cuya materia prima principal son asaltos, crímenes y rarezas condimentadas con fútbol y apenas un minuto de panorama mundial.

Me pregunto, si el mundo se destruyera y quedara como único testimonio nuestra televisión que viera un extraterrestre ¿qué pensaría sobre nuestra raza y sociedad? Y ¿en qué nivel de desarrollo nos ubicaría?

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