Sentimientos Encontrados

Septiembre fue mes de volantines, Fiestas Patrias, días de descanso en familia, llegada de la primavera. Hubo muchos motivos para celebrar, pero a la luz de la Fe Práctica en la Divina Providencia, también fue una oportunidad para reflexionar. Hay familias en nuestro país que lo están pasando mal, un grupo considerable de personas buenas, trabajadoras, honradas. Hoy se sienten solas, abandonadas, desamparadas por el gobierno, la Iglesia y la sociedad en general.

| Paulina Respaldiza Paulina Respaldiza

Hace un par de meses estuve en Temuco, una ciudad de Chile que queda en la IX Región. Acompañé a una amiga a visitar a su familia, pues están enfrentando un período difícil. Ella vivió toda su niñez y juventud en esa zona y dejó su tierra natal para venirse a Santiago después que se casó. Sus papás y hermanos siguen allá... Ahí están sus orígenes, sus raíces, sus vínculos, su historia, su terruño... aquella tierra soleada que tan bien describe el Padre Kentenich... tierra que hoy ha cambiado, pues a fines de julio de este año fueron víctimas de un atentado y su casa de campo fue completamente quemada por un grupo de violentistas que aluden al pueblo mapuche.

Más de 100 años de historia familiar fueron destruidos físicamente, pero las vivencias –aquellas que dejan huella en el corazón y que perduran para siempre- siguen intactas. Yo pude ser mudo testigo de cómo están arraigadas en cada uno de los integrantes de esa familia que tuve la suerte de conocer. La fortaleza de esos papás, un matrimonio con más de 50 años de vida en común, son un ejemplo a seguir. La unión y energía de esos hijos, cónyuges y nietos son el mejor testimonio de una familia sólida, con valores y principios, con las cosas claras y el orden muy definido.

Frente a lo que pude percibir y conocer durante mi estadía en Temuco y junto a lo que he ido compartiendo y conversando con mi amiga y su familia, me he planteado a nivel personal ciertos cuestionamientos un poco más profundos que hoy quiero compartir con ustedes e invitarlos a reflexionar sobre ellos. Tratar temas de política contingente de Chile no es la tónica de mis columnas, pero creo que hay voces del tiempo que no podemos dejar de escuchar, cómo éstas nos interpelan y qué responderemos frente a ellas.

Como periodista, he trabajo mucho tiempo dictando cursos de actualidad, Y –desde mi experiencia- como miembros de la sociedad, lo que ocurre en ella nos influye y frente a ciertas situaciones debemos actuar. Somos parte activa de la historia y tenemos una responsabilidad en cómo ésta se va construyendo.

Pero no sólo como profesional de las comunicaciones me siento interpelada, sino que también me siento comprometida como schoenstattiana, pues estoy convencida que cada uno de nosotros –desde nuestro deber de Estado- debemos construir el Reino de Dios, con la certeza de que cada uno debe aportar lo suyo para construir una sociedad justa, donde los valores del trabajo, la responsabilidad, el respeto, la honradez, la justicia y la seguridad son básicos para vivir en armonía y paz.

Frente a esta realidad que ha destruido a cientos de familias en la IX Región, familias que sólo quieren trabajar en paz, de manera honrada, donde todo ha sido fruto de su esfuerzo y seriedad laboral... padres e hijos que sólo anhelan la seguridad para sus hogares y trabajo... Hoy me siento desorientada y me cuesta entender qué está pasando. Pienso que las voces de Dios son válidas para todos los actores de este conflicto.

¿Dónde está la Justicia, que no actúa frente a hechos como los descritos? De acuerdo a las estadísticas publicadas por la Multigremial Región de la Araucanía en el mes de julio del 2012, fueron denunciados 38 delitos con connotación indígena y, en lo que va corrido de este año, ya suman 165 los hechos que han llegado a la justicia (hay antecedentes de otros atentados que no han sido denunciados). Y en estos últimos meses, la situación ha empeorado.

¿Dónde están las autoridades civiles del país, que no actúan con determinación para detener estos ataques violentistas? ¿Dónde quedó la responsabilidad estatal de dar tranquilidad y proteger el trabajo de tantas familias que han sido atacadas de manera directa?

¿Para qué la violencia de los grupos mapuches? A mi juicio, sólo para polarizar las posturas e imposibilitar las posibilidades de diálogo...

¿Dónde está la Iglesia? ¿Cuál es el rol que el Obispado de Temuco debe asumir para apoyar a todos los miembros activos de su diócesis?

¿Seguirán estas preguntas en el aire y sin respuesta? ¿Se diluirá este sentir de tantas familias del sur de Chile entre volantines y fondas dieciocheras? ¡Esta situación de enfrentamiento debe terminar! Y las autoridades deben asumir su rol en este conflicto.

Nosotros como schoenstattianos no podemos quedarnos callados, debemos ser orgánicos y asumir nuestro rol en la sociedad de acuerdo a nuestro orden del ser y deber de Estado. A mí –en lo personal- hoy me llaman a actuar, y desde mis limitadas posibilidades, siento que debemos crear conciencia entre los chilenos (y entre los pueblos del mundo en general) de la justicia del libre trabajo y del valor de la seguridad... derechos de todos los chilenos que hoy se hacen más fuertes y urgentes

 

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