6.5.c. Caminos más intuitivos de búsqueda del Ideal Personal
P. Rafael Fernández6.5. El Ideal Personal
c. Caminos más intuitivos de búsqueda del Ideal Personal
El Ideal Personal está presente en nosotros de manera funcional, por nuestra estructura de ser, mediante el impulso de la gracia que actúa en nuestra alma o en nuestro compromiso profesional. Esto ocurre sobre todo en personas que han logrado un cierto nivel de vida interior. La presencia funcional del Ideal Personal es más real, en la medida en que la vida espiritual haya sido cultivada en mayor profundidad: buscamos la voluntad de Dios y tratamos de adecuarnos a ella, al hacerlo, ya estamos guiándonos “funcionalmente” por nuestro Ideal Personal.
Lo dicho explica que podamos encontrar, por ejemplo, el núcleo de nuestro Ideal Personal en una oración que solemos rezar con predilección. Puede ser una oración o una jaculatoria muy personal, o quizás una oración que hemos adoptado y que siempre rezamos porque nos gusta y sentimos que ella interpreta nuestros anhelos y sentimientos más profundos. Si nos preguntamos por qué nos gusta esa oración, o cuáles son los valores más importantes que se expresan en ella, entonces encontraremos reflejado allí el impulso básico que late en nuestra alma.
Podemos preguntarnos también por nuestra vivencia religiosa más profunda, por aquella experiencia que brota del encuentro con Dios y constituye lo que suele llamarse el “pequeño secreto” del alma. En este contexto existe tal vez un pasaje del Evangelio, algún episodio de la vida del Señor, de María o de algún santo, que siempre nos ha atraído e inspirado. Esto significa que en ese pasaje o en esa escena se encuentra, de algún modo, nuestro ideal. En forma irreflexiva, se manifiesta nuestra receptividad original de valores y el llamado que nos hace el Señor por la acción del Espíritu Santo en nuestra alma.
En esta misma dirección puede ayudarnos eficazmente, en la búsqueda del Ideal Personal la lectura meditada del Evangelio. Subrayamos o anotamos, entonces, las frases o las escenas que más nos toquen interiormente y en las cuales sentimos que el Seños nos interpela en forma personal. La consideración global de esta meditación nos mostrará en qué dirección se mueve nuestro Ideal Personal.
Quizás hemos formulado nuestro Ideal Personal espontáneamente en un lema o en una frase que, de una u otra manera ha estado presente en nuestra vida y en nuestra acción. Una frase del evangelio, de algún santo o tal vez un lema comunitario, tocaron en un momento dado las fibras más profundas de nuestro ser y de nuestra vocación personal, y por ello han permanecido siempre presentes en nosotros, inspirando y animando nuestra vida interior y nuestras actividades.
Preguntémonos entonces por las personalidades que más nos atraen, por los santos o personalidades con los cuales sentimos mayor afinidad o que llaman más nuestra atención.
Por tratarse de vivencias e intuiciones religiosas básicas, muchas veces el Ideal Personal lo captamos a través de algún símbolo o imagen que, espontáneamente, nos atrae. Tras ese símbolo se esconden fuerzas y anhelos profundos. Las montañas, la paz de un lago que refleja el cielo, el agua que baja impetuosamente de las cumbres, el fuego que irradia luz y calor, la fortaleza y cobijamiento que prodiga un árbol, la imagen de los alpinistas que escalan las alturas, la solidez de las rocas; éstas y otras imágenes, traducen muchas veces, intuitiva y certeramente, la tendencia fundamental de nuestra personalidad mejor que los conceptos puramente racionales.
Preguntémonos, por último, si tuviésemos que formular una frase para ser grabada en nuestra tumba, cuál elegiríamos.Estos métodos más intuitivos para buscar el Ideal Personal poseen una importancia peculiar, ya que a través de ellos lo conocemos en forma más espontánea y fácil, sin caer en el peligro de posibles construcciones conceptuales, que en sí son válidas como ideales objetivos, pero que, en realidad, no reflejan ni traducen la novedad original de nuestra personalidad.
Recorramos estos diversos caminos y tratemos de retener la frase o imagen que más nos interpreta.