Aprendiendo del hombre primitivo

Hace unos días pude ver un documental sobre la evolución del hombre y hasta hoy vengo rumiando una serie de impresiones. El objetivo de mi artículo no es el de abrir debate sobre las teorías evolucionistas, pues, entre otras cosas, el documental carecía de grandes dosis de base científica, y yo tampoco la tengo como para entrar ahora en este campo tan interesante. Más bien quería compartir la idea que me ronda desde que empecé a digerir aquellas escenas en las que se recreaba la vida del hombre primitivo. Da igual si hablamos del hommo heidelbergensis, los coetáneos de Cristo o cualquiera de nuestros antecesores. ¿Hemos estado alguna vez tan lejos de nuestra propia naturaleza como ahora? Por un lado doy gracias...

| Macarena Navas Gasset Macarena Navas Gasset

Macarena Navas Gasset vive en Madrid, es licenciada en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid y actualmente trabaja en el campo de la educación (en el Colegio Monte Tabor de Pozuelo). Pertenece al movimiento desde la juventud y junto a su marido, Germán Valentín-Gamazo, forma parte de un grupo de la Liga de Matrimonios.

 

 

Hace unos días pude ver un documental sobre la evolución del hombre y hasta hoy vengo rumiando una serie de impresiones. El objetivo de mi artículo no es el de abrir debate sobre las teorías evolucionistas, pues, entre otras cosas, el documental carecía de grandes dosis de base científica, y yo tampoco la tengo como para entrar ahora en este campo tan interesante. Más bien quería compartir la idea que me ronda desde que empecé a digerir aquellas escenas en las que se recreaba la vida del hombre primitivo.

Da igual si hablamos del hommo heidelbergensis, los coetáneos de Cristo o cualquiera de nuestros antecesores. ¿Hemos estado alguna vez tan lejos de nuestra propia naturaleza como ahora? Por un lado doy gracias a Dios por haberme llamado a vivir esta época y no otra. Sólo de imaginarme a mi misma trayendo hijos al mundo sin asistencia médica, a mis hijas en medio de los peligros de una guerra o a mi marido luchando por la mera supervivencia de la familia se me encoge el alma.

Pero dejando a un lado la imaginación, miro a mi alrededor y me doy cuenta de lo virtual de nuestras vidas: nuestro tiempo, nuestro ocio, nuestro dinero, nuestros vínculos,... Cuando la supervivencia está "asegurada" y el mundo "dominado" el hombre pierde dos grandes motores y se convierte en una especie de parásito de su propia existencia.

Siento que hoy, más que nunca, debemos despertar para sostener la Humanidad. Frente al instinto de supervivencia, está triunfando la sociedad del aborto y la eutanasia, frente al instinto social del hombre, un desolador individualismo y el gran vacío de las redes sociales, frente al afán de conquista y superación, la resignación ante un mundo demasiado complejo, y sumisión frente a un poder anónimo que sufraga a alto precio nuestra corta "libertad".

Si uno se hace mínimamente consciente, rabia ante tal aberración y es que nuestro ser no puede negar su esencia. Digo yo que esta frustración estará en el corazón de todo ser humano. Tal vez esté dormida, disfrazada, enterrada, confundida... Decía una maestra, amiga de mi madre: "¡qué bien les vendría a estos niños una guerra!" Tal vez era la única manera que ella encontraba para despertar aquellas pequeñas almitas. Igual una gran crisis, un terremoto, una epidemia...

Pero todo esto queda en manos de Dios, ¿y nosotros? ¿Cómo mantenernos alerta? ¿Cómo no sucumbir ni dejar que sucumban nuestros hijos ante tal declive de la Humanidad? Tal vez sea tan simple como lo primero: todo queda en manos de Dios, porque en Él reside precisamente el principio de nuestra esencia.

Luchar por la supervivencia del alma, dominar nuestro mundo interior, casi tanto o más que el exterior, y descubrir a Dios en todas las cosas y circunstancias es tarea y motor más que suficiente para toda una vida. Hacer despertar en otros esta conciencia para llevarles a una vida más plena es una enorme misión. No olvidarnos de tantos iguales que luchan día a día por sobrevivir es una obligación moral de todo ser humano.

Sólo aquel que se sabe criatura y heredero de la vida eterna, aquel que es portador de una misión, es capaz de encontrar y dar luz en este complejo mundo aburguesado.

Macarena Navas Gasset

España, Julio 2010

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