Todos con la "Roja" (escoja usted cuál de ellas)

El fútbol es el único espectáculo de masas de nuestra época que no ha inventado Estados Unidos, donde no es un deporte especialmente popular. El resto del mundo, cada cuatro años, se paraliza durante ...

| Pablo Crevillén Pablo Crevillén
El fútbol es el único espectáculo de masas de nuestra época que no ha inventado Estados Unidos, donde no es un deporte especialmente popular. El resto del mundo, cada cuatro años, se paraliza durante un mes viendo si el balón entra o no. Bueno todos no; hay quien no soporta el fútbol y tiene que ver cómo las televisiones, las radios, los periódicos y las páginas de Internet giran en torno al Campeonato. Eso sí, el día que juega la selección del país puede ir cómodamente al cine o a cenar al restaurante de moda sin necesidad de reservar. El negocio de las televisiones ha hecho que cada vez participen más países. En el primer Mundial del que tengo recuerdos (Alemania 74) jugaban 16 selecciones nacionales. Ahora son el doble. La suerte quiso que España y Chile compartieran grupo y tuvieran que enfrentarse en el último partido de la primera fase para buscar su pase a octavos de final (escribo antes de que el partido tenga lugar). A Chile se la conoce como "la Roja" y, desde hace unos años y no sin polémica, ese también es el sobrenombre de España. Así que el título del artículo puede interpretarse a gusto del consumidor. El fútbol es un pequeño (o gran) símbolo de nuestro mundo. Es el deporte más democrático pues, a diferencia de otros, puede practicarse sin gastar dinero en costoso equipamiento e instalaciones; basta una pelota de trapo y trozo de tierra libre en un barrio de favelas. De hecho, no muchos de los futbolistas profesionales provienen de las clases más altas de la sociedad. Pero sólo unos pocos jugadores llegan a la cumbre y éstos ganan cantidades obscenas de dinero. Es el mercado, dicen. Generan inmensos ingresos y cobran en consecuencia. Muchos de ellos muy jóvenes y sin demasiada formación, no asimilan esa nueva situación y acaban tristemente. Por otra parte, estos famosos jugadores son modelo para que los adolescentes los imiten en su corte de pelo, en la forma de celebrar goles o en su grosería. Y cada vez más, una vez que son famosos por el fútbol, los jugadores ven aireada su vida amorosa (normalmente no muy edificante) en público. Por lo que se refiere a los espectadores, cualquiera que haya asistido alguna vez a un partido de fútbol en un gran estadio coincidirá conmigo en que no hay un ejemplo mejor si tuviéramos que explicar a un extraterrestre qué es una masa. Personas normalmente pacíficas y respetuosas se convierten en energúmenos vociferantes que lanzan insultos que no pronunciarían en ningún otro lugar; prescindiendo de toda racionalidad se dejan llevar por emociones intensas; los cánticos coordinados de los hinchas son capaces de empujar anímicamente a los jugadores a entregar el todo por el todo. Y ocultos en la masa, los grupos violentos se dedican al vandalismo. Los Gobiernos utilizan el fútbol como instrumento político, bien para entretener al pueblo en momentos difíciles o para conseguir prestigio internacional con los éxitos de su selección. Sin embargo, a pesar de todo, hasta el 11 de julio estaremos todos pendientes de lo que pase con el balón. Pablo Crevillén Madrid, España
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