Verdadero equipo

Terminado el Mundial, y a pesar de mi fanatismo y la consiguiente desilusión como chileno por no haber podido escalar más alto, he quedado impactado de la alegría, esperanza y pasión que se generó en ...

| Cristóbal Guerrero Cortés Cristóbal Guerrero Cortés

Terminado el Mundial, y a pesar de mi fanatismo y la consiguiente desilusión como chileno por no haber podido escalar más alto, he quedado impactado de la alegría, esperanza y pasión que se generó en todo nuestro país. El pueblo chileno nunca se ha caracterizado, al menos en lo que al deporte se refiere, por ser demasiado optimista. Sin embargo, a esta selección le teníamos una fe enorme, porque a diferencia de lo que estábamos acostumbrados, este equipo salía a atacar en cualquier cancha, a dar espectáculo y a dejar todo en cada partido. A un compañero de trabajo su hijo le preguntó por lo buenos que éramos los chilenos, porque él veía que “ganábamos todos los partidos”. Y la Ángeles, nuestra hija, gritaba “Chi- Chi- Chi- le- le-le” cada vez que veía una bandera chilena, cantaba las canciones de la barra y vestía orgullosa su ropa de “chilena” (como le dice a la camiseta de la selección). Es evidente que Bielsa (el director técnico) y el espíritu que le imprimió a la Roja cambió en cierto modo la mentalidad, no sólo de sus jugadores, sino de todos nosotros. Pero ¿cuál es la raíz de ese cambio? En mi opinión, que fue capaz de formar un verdadero equipo, poniendo el acento en cada uno de los jugadores, es decir, en las personas. Bielsa, fruto de un trabajo serio, arduo y convencido, generó en cada uno de sus futbolistas (muchos de ellos con un largo historial de egocentrismo, mala conducta y desórdenes de todo tipo), la convicción de que sus talentos personales deben estar puestos al servicio del equipo, de que los egos y el deseo de lucirse no conducen a buen puerto y que los logros se consiguen a base de mucho esfuerzo, tanto personal como colectivo. Las declaraciones de los jugadores son una clara muestra de lo anterior: Valdivia dijo en una entrevista que era tal el grado de cohesión del grupo y de compromiso, que si le hubieran pedido que jugara de arquero lo hubiera hecho feliz; lo mismo el resto, que en cada entrevista afirmaba que lo que los hacía diferentes era la certeza de que cada vez que perdieran una pelota, inmediatamente llegaría un compañero a apoyarlos. Toda esta experiencia se puede también extrapolar a la familia, pues ha sido justamente eso lo que hemos experimentado este último año y medio con la Vale, mi esposa. No sin fuertes caídas y dolores hemos descubierto vitalmente que el ser matrimonio y familia supone un trabajo de todos los días; que cultivar el amor matrimonial implica tomarse en serio la “unidad” que supone el sacramento; y que sólo conscientes de nuestra debilidad, apoyados el uno en el otro y arraigados fuertemente en Dios, somos capaces de crecer y de ser verdaderos padres para nuestra Ángeles. En tiempos en que el individualismo exacerbado y la cultura de lo inmediato y lo fácil parece tomarse todos los rincones de nuestra sociedad, el ejemplo de Bielsa aparece como un oasis en el desierto, que nos habla de la necesidad que tenemos de los demás, de que fuimos creados para desarrollar nuestros talentos en comunidad, y que las metas de conjunto se alcanzan poniendo el acento en las personas. Cristóbal Guerrero C. Santiago, Chile

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